Cada año, cuando llegan los carnavales, los medios publican decenas de reportajes sobre estas celebraciones. Carnavales como los de Gran Canaria, Rio de Janeiro, Venecia y/o Sitges llenan páginas y páginas de diarios y revistas, y horas de televisión y radio. Sin embargo a lo largo del planeta tienen lugar otras celebraciones de Carnaval mucho más pequeñas pero no por ello menos espectaculares y que los medios ignoran. Este es el caso del Carnaval de Binche, en la región valona de Bélgica.
La ciudad de Binche está a unos 15 kilómetros de la capital cultural de Valonia, Mons. La pequeña población de Binche se llena de color y multitudes cuando llega carnaval, ya que este municipio alberga uno de los más antiguos e icónicos de Europa, que fue declarado Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad por la UNESCO en el 2003.
Los protagonistas del carnaval de Binche y quienes lo hacen único son los Gilles. Más allá de la espectacularidad de sus máscaras de cera con gafas y bigote y sus coloridos trajes, las estrictas normas que hay que cumplir para llegar a ser un Gille son la razón por la cual esta fiesta conserva su folclore y su familiaridad.
Para hacernos una idea de la especificidad de este carnaval hemos de tener en cuenta que solo pueden ser Gilles aquellos hombres mayores de edad nacidos en Binche o que hayan residido en la localidad durante los últimos cinco años. Aunque si un hombre es capaz de demostrar que sus antepasados fueron “binchois”, también se le permitirá desfilar como Gille durante el “Mardi Gras” - el martes de Carnaval-, el único día que están autorizados a participar. Pero esta no es la única condición.
Una vez superado el rocambolesco camino que permite a los “binchois” formar parte de las comparsas, el comportamiento se convierte en una clave fundamental. Un Gille debe mostrar una buena conducta durante el carnaval y debe respetar el baile tradicional. De la misma manera, la buena presencia es un valor añadido, ya que, por ejemplo, no se pueden vestir guantes y se solicita que el pelo de la persona no sobrepase el pasador que se lleva en el cabello.
Además, una de las grandes curiosidades de este carnaval es que el traje de Gille no vuelve a casa de ninguno de los protagonistas: cada año los Gilles tienen que alquilar su disfraz ya que no pueden tenerlo en propiedad. También está prohibido salir del municipio con el colorido traje. Así lo marca uno de los dichos populares más conocidos de la localidad: “¡Un Gilles nunca se va!”.
Del 23 a 25 de febrero del 2020, el campanario de Binche - Patrimonio Mundial de la UNESCO - y sus calles serán testigos del desfile espectacular de más de 1.000 Gilles, un desfile que aunará hasta tres generaciones de Gilles de la misma familia: abuelos, padres e hijos participan de forma conjunta en este carnaval icónico.
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