Entre la tierra y el mar, el placer de los sentidos

jms
02/04/2018

En el Baix Empordà, comarca de Girona, los municipios de Sant Feliu de Guíxols y S’Agaró se dan la mano en la cala Sant Pol. Una bella y tranquila cala orientada hacia el sur, de arena fina y poca edificación para lo que es habitual en la zona. De la cala Sant Pol, yendo hacia el norte, parte un camino de Ronda que, probablemente, es uno de los más bellos de la Costa Brava.

Texto y fotos: Josep Maria Serra

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Un árbol inclinado por la fuerza del viento en medio de la zona de dunas de cala Sant Pol

Nuestro recorrido, que será corto pero intenso, empieza en la cala Sant Pol en la que podemos disfrutar y observar un espacio en el que perviven dunas mediterráneas, antaño habituales en esta costa, pero hoy en día en franca recesión a causa del empuje de la actividad humana. En la parte norte de la cala se ha mantenido debidamente limitado y señalizado un espacio protegido con la vegetación propia de este tipo de dunas.

Si tomamos dirección norte toparemos con el famoso Hostal La Gavina, de S’Agaró, un cinco estrellas que se levanta por encima de mar, respetuoso con el paisaje que lo rodea. Justo a su lado empieza el tramo del Camino de Ronda que une esta cala con la cala Sa Conca.

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Las gaviotas están presentes a lo largo de todo el camino

Antes de empezar a andar, mejor hacer un poco de historia. El camino de Ronda recorre todo el abrupto litoral de la Costa Brava desde Blanes hasta Portbou.  Se trata de un camino histórico cuya función era comunicar las poblaciones, playas y calas de este rocoso litoral. Además permitía que los pescadores y marineros de cabotaje  pudieran regresar a sus hogares en caso de tener algún contratiempo o naufragio. Pero sobretodo el camino de ronda fue utilizado para controlar el estraperlo y el mercado negro por parte de las autoridades. Aunque se supone que la existencia de este camino es milenaria, se conoce como camino de Ronda a partir de finales del siglo XIX y principios del XX porque era el camino que utilizaban los carabineros y la guardia civil para realizar sus “rondas” durante las que controlaban las actividades ilegales en la costa.

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El camino está perfectamente arreglado

Tras décadas de abandono desde hace unos años se han ido recuperando estos caminos y ahora ya es posible recorrerlos en su mayoría. Unos trayectos a pie que bordean una de las costas más bonitas del Mediterráneo.

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La fuerza del mar ha creado enormes grietas entre las piedras

Volvamos a la cala Sant Pol donde habíamos empezado. Bordeamos el Hostal La Gavina por un camino de tierra bien liso. A la izquierda un alto muro de grandes piedras, a la derecha el mar. En seguida llegamos a una punta junto a la cual hay una pequeña pero alta isla que un grupo de grandes gaviotas (en catalán, “gavines”) argentadas ha convertido en su hogar. Al atardecer son todo un espectáculo.

A lo largo del camino iremos encontrando un gran número de árboles que tras años de combate con la fuerza del vento de tramontana que sopla en este litoral han adoptado tortuosas y espectaculares formas. Árboles, que la rehabilitación respetuosa que se ha hecho de este tramo, ha respetado aunque sea a fuerza de dejarlos en mitad del camino. Una sabia decisión.

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Uno de los "torturados" árboles que encontramos

Las rocas son un espectáculo de colores. Las hay rojas, grises y también las hay oscuras. Y las vemos en los breves acantilados y en los muros de contención. Si la vista disfruta con el paisaje qué podemos decir del olfato. El olor marino que nos trae la brisa se mezcla con, sobretodo en primavera, con la fragancia de las flores que jalonan el camino.

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Esta glorieta se ofrece al caminante para un fotográfico descanso

Una de las sorpresas que nos depara este tramo es el gran número de mansiones que hay. Grandes casas, abrigadas en gran parte del viento pero sobretodo de la mirada del paseante. Casas que no pueden esconder su majestuosidad y que, en su mayoría, están perfectamente integradas con el paisaje. El esplendor de estas edificaciones se ha desbordado en alguna de las partes del camino y ha dejado al caminante espacios otrora reservados, como una glorieta que se alza justo encima del acantilado y que hoy es escenario de “selfis” amorosos.

 

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La cala Sa Conca

El recorrido, si se realiza despacio, disfrutándolo, puede durar 45 minutos, y en gran parte es accesible con silla de ruedas. Al final, el premio, la cala Sa Conca. Más pequeña que la cala de la que hemos partido, pero con una gran extensión de arena.

Más información sobre los Caminos de Ronda de la Costa Brava 

http://es.costabrava.org/disfruta/espacios-naturales/caminos-de-ronda

http://www.camideronda.com/es/

Folleto con todos los caminos detallados en PDF

Agencias de Viajes LGTBIQ+ 

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