No todos los escoceses llevan falda, ni tampoco todas las escocesas, todo hay que decirlo. De hecho pocos escoceses y pocas escocesas las llevan hoy en día. El clima seguro que ayuda. Cuando un escocés se pone la falda siempre es para algo importante: tocar la gaita, participar en una competición de deporte rural, casarse o ir a una gran fiesta, y es entonces cuando la falda adquiere todo su sentido.
Texto y fotos: Josep Maria Serra
Si es difícil ver algún escocés luciendo una falda no podemos decir lo mismo de los turistas que, llevados por la fiebre compradora salen de tiendas de souvenirs vestidos con el típico kilt. Uno llega a Escocia con muchas ideas preconcebidas sobre el país y sobre sus habitantes. Y nada mejor para comprobar cuántas de estas ideas son ciertas o no, que viajar a este país y hacerlo por cuenta propia, a nuestro aire.
Para ello es imprescindible alquilar un vehículo. Y aquí viene el primer “contratiempo”. En Escocia se circula por la izquierda, los vehículos tienen el volante a la derecha, el cambio a la izquierda (sino es automático, lo que es bastante recomendable) y, además hay muchísimas rotondas en las que hay que salir por el lado contrario del que salimos habitualmente. O sea que mentalizarse y llevar un buen copiloto que esté muy atento a la carretera es imprescindible. Aunque en Escocia proliferan los B&B, las Guest House y los hoteles, si no queremos andar de un lugar a otro buscando alojamiento cuando se acaba el día y estamos cansados, es conveniente elegir los alojamientos antes de salir y reservarlos.
Si lo que queremos es recorrer Escocia de norte a sur y de este a oeste es también muy conveniente comprar una maleta de viaje en la que quepa todo y que sea cómoda de llevar arriba y abajo. No tan solo pensando en los aeropuertos sino también en el recorrido que va del maletero del coche al alojamiento y viceversa.
Un buen sitio para empezar nuestro viaje es Edimburgo, aunque no es una mala idea dejar la visita de esta bella ciudad para el final. O sea que tal como llegamos cogeremos el coche y, con mucha precaución sobretodo los primeros días, tomaremos la carretera que nos lleva hacia el norte. Lo primero que llama la atención en Escocia es que las carreteras no tienen arcén, a lo sumo algunas tienen una especie de acera para peatones y bicicletas, y que las autovías, que son gratuitas, están salpicadas de rotondas.
Para preparar el recorrido es muy aconsejable mirar los catálogos de viajes a Escocia y ver qué es lo que se acostumbra a visitar en los viajes organizados. Entonces hay que añadirle algunos días más puesto que al ir a nuestro aire lo normal es que nos entretengamos más por el camino. Al calcular las etapas tened en cuenta que las distancias en los mapas están en millas y que cuando veáis 10, no son 10 kilómetros sino 16, lo cual cambia mucho el tiempo de recorrido.
Entre visita y visita el paisaje escocés es para no parar de hacer fotos. También son muchos los lugares en los que no paran los touroperadores y que merecen una visita. El palacio de Scone, por ejemplo, es un lugar interesante. Una parada en Piltochry nos permitirá conocer un bello pueblo cruzado por un río salmonero, pero también un pueblo que acostumbra a estar lleno de turistas.
En Inverness llegamos al territorio del lago Ness que, aún sin monstruo, es un lugar magnífico con el castillo de Urquhart a sus orillas. Las agrestes islas atlánticas o el Parque Nacional del Lago Lomond y las Trossachs en el que no es difícil imaginarse al héroe escocés William Wallace (Braveheart) cabalgando por sus verdes laderas.
Por el camino castillos (con y sin fantasmas), catedrales góticas, monumentos, museos, destilerías y tantas otras cosas que hacen de la preparación de este viaje una difícil y complicada elección. No olvidéis visitar la web de Historical Scotland y haceros miembros de la entidad, os saldrá muy a cuenta puesto que las entradas son muy caras.
Y para acabar un consejo. No dejéis de visitar la Capilla Rosslyn, a 10 millas de Edimburgo, donde se rodaron las escenas finales del Código da Vinci.
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