Sin duda alguna Rabat, la capital de Marruecos y su vecina Salé son dos de las joyas arquitectónicas y urbanísticas y el secreto mejor guardado del país vecino.
Separadas por la desembocadura del amplio y caudaloso río Bou Regreb Rabat y Salé son dos importantes ciudades conurbadas por un puente y que se miran ensimismadas: a veces enamoradas, a veces recelosas… Así era la antigua república del Bou Regreb, tres entidades en la ribera del río y junto a su desembocadura que se autoindependizaron del sultanato y crearon una república que se dedicó a la piratería entre 1626 y 1668 año en que su territorio fue integrado al entonces sultanato de Marruecos.
Curiosamente la república estaría integrada por moriscos expulsados de la península Ibérica por Felipe III tras la desaparición del reino nazarí de Granada. Buena parte de estos eran andalusíes que reconstruyeron la espléndida alcazaba sobre la desembocadura del río hoy conocida como casba de los Udayas. Al sur, en la actual medina, y en menor medida en Salé se establecieron moriscos procedentes de Extremadura concretamente de Hornachos. Estos se dedicaron al oficio de corsario saqueando incluso a navíos del norte de Europa. Salé en la orilla derecha del río era la localidad antigua encorsetada en sus murallas junto a su gran cementerio. Los musulmanes de esta ribera del río eran pescadores y comerciantes y veían con recelo a los moriscos por su idioma castellano y costumbres y formas de hacer diferentes a los musulmanes de lengua árabe del norte de África. Junto al ribat o rábida (zona fortificada preparada para la Guerra Santa) se fundó Salé el Jadida o la Nueva que adoptaría más tarde el nombre de Rabat, actual capital del reino alauita. En esta área geográfica constituida por al actual medina y la casba de los Udaya se constituyó la parte fundamental de esta república pirata que formaban andaluces, extremeños de Hornachos pero también holandeses y de otros países atlánticos ribereños. Hoy todavía algunos habitantes de aquí conservan apellidos castellanos como Blanco, Chamorro o Vargas.
A parte de esta curiosidad histórica hoy Rabat es una ciudad administrativa que extendió sus tentáculos desde la casba de los Udayas hasta el origen de la población en lo que es hoy se conoce cómo la necrópolis de Chellah. Aquí en la época del protectorado francés se extendió la ciudad de una manera ordenada y se construyó un enorme palacio real. Por ser la capital del reino alauita aquí se instaló el parlamento así como los diversos ministerios del país convirtiendo esta ribera del río en capital administrativa de Marruecos. Hoy Rabat crece con modernas infraestructuras como el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo (de inspiración andalusí), la Villa des Arts o los modernos edificios del Teatro Nacional y el gigantesco rascacielos o Torre Mohamed VI. Estos vanguardistas edificios se ven desde la explanada donde se halla la inacabada Torre Hasán que nos recuerda al minarete de la Giralda o la Mezquita de Córdoba y el Mausoleo a los últimos reyes alauitas, una de las principales atracciones del turismo que llega a esta bella ciudad.
La olvidada Salé también ha mejorado los alrededores de sus impresionantes murallas que guardan sorpresas entre las callejas como su madraza, sinagoga o su mezquita principal. Estas calles oscuras y bulliciosas fueron escenario de la contestaría y recomendable película el caftán azul que trata sobre un aspecto de la homosexualidad en Marruecos.
La marina a modificado la ribera de la Vieja Salé con importantes infraestructuras hoteleras y comerciales. Aún así la zona de la desembocadura mantiene intacto su sabor antiguo bajo su enorme campo santo y murallas. Desde la playa con surfistas y bañistas junto a la cual se amontonan puestos de pescado y marisco se observan las mejores puestas de sol del país. El sol se pone detrás de la pictórica casba de los Udayas, allá dónde se refugiaban aquellos andaluces y extremeños expulsados por ser musulmanes y mal vistos acá por ser considerados cristianos por sus costumbres más abiertas. Estos nunca dejaron de ser peninsulares en sus costumbres y añoranza a la tierra a pesar de la injusta expulsión.
Rabat es un lugar seguro para mujeres que viajan solas siendo Salé por contra dónde se deben extremar las precauciones. Los derechos del colectivo LGTBIQ+ siguen estancados y penalizados (al menos a nivel legal). A nivel social igualmente el avance es mínimo con una fuerte presión sobretodo de la religión muy arraigada en la población. Los derechos de la mujer por otra parte van evolucionando lentamente y eso es palpable en las grandes ciudades cómo Rabat pero queda un largo camino por recorrer.
Alojarse en el riad de charme al Bahi (Medina) o el más funcional y práctico ONOMO
Comer en Tajine Wa Tangia o si quiere contemplar la vida junto al mercado la sencilla terraza de Les Voyageurs.
Disfrutar de las vistas desde la plaza donde se halla el Mausoleo a los reyes alauitas y la Torre Hasán.
Ir a los jardines andaluces y pasear por la casba de los Udayas hasta el mirador donde se contempla la desembocadura del río Bou Regreb.
Ver la puesta de sol desde la playa de Salé en la misma desembocadura o entrada al río.
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