Uzbekistán por la Ruta de la Seda (1)

jms
26/02/2015

Quién no ha soñado alguna vez con los viajes de Marco Polo a través del desierto, las historias de las Mil y una Noches, las enormes cúpulas adornadas con mosaicos azul turquesa, las infinitas caravanas de camellos desfilando sobre las dunas mientras se pone el sol o el incesante regateo en los bazares. Historias que solo ocurren en nuestra imaginación o que hemos visto en las películas y que se pueden hacer realidad.

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Texto y fotos:
Irene García (Una vida de aventuras)

La Ruta de la Seda es una milenaria red de caminos comerciales que se extendía desde Xian en China hasta las puertas de Europa en Constantinopla. Medio Oriente era la última parada antes de llegar a Estambul. El término “Ruta de la Seda” fue designado en 1877 por un geógrafo alemán, Ferdinand Freiherr Von Richthofen. La ruta recibe este nombre por la preciada mercancía que circulaba desde el siglo I a.C. por estos caminos: la seda. Aunque también viajaban otros muchos productos como metales preciosos, ámbar, marfil, especias, coral, etc.

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Mapa de la Ruta de la Seda, Khiva

Esta ruta no solo significaba comercio, sino relaciones internacionales e intercambio de cultura. Fue una vía por la que el Budismo se extendió por toda Asia, así como conocimientos nuevos en los campos de la medicina o la astronomía, hasta que con el apogeo del Islam se prohibió la entrada de comerciantes europeos y asiáticos y se buscaron nuevas rutas marítimas dando lugar a la era de los descubrimientos.

En la actualidad muchas de las ciudades que conforman la Ruta de la Seda están conectadas por una vía férrea conocida como El Puente Terrestre Euroasiático, finalizada en 1990. Esta línea que va de China a Kasajistán es utilizada por pasajeros, pero también existe otra conexión desde China a Alemania específica para mercancías. Hoy en día este trayecto dura 13 días en tren hasta Europa y 36 en barco.

Uzbekistán fue un enclave muy importante en esta ruta ya que aseguraba el comercio entre China y Occidente. Khiva, Bukhara y Samarcanda fueron las tres ciudades que se enriquecieron y que suscitaron el interés de Tamerlán y Gengis Kan, dos de los conquistadores más temidos en Asia.

El oasis del desierto

Khiva o Jiva es la ciudad conocida como el oasis del desierto. Cuenta la leyenda que Sem, hijo mayor de Noé, deambulaba por el desierto. Tras despertar de un sueño excavó un pozo del que brotó agua enseguida y exclamó: “¡Khey Vakh!” o “¡Khiva!” que significa “¡qué agua más fresca y sabrosa!”. Se dice que la ciudad de Khiva creció alrededor de este pozo, que hoy en día se encuentra dentro de la ciudad amurallada.

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Minarete inacabado Kalta Minor, Khiva

Khiva se divide en dos partes: el Itchan-Kala es la zona antigua de la ciudad que se encuentra tras unas murallas de adobe y piedra de unos 12 metros de altura, y el Dishon-Kala que es la zona externa a la muralla y la más actual.

Escondida entre el polvo del desierto se alza una ciudad repleta de madrasas, mezquitas, palacios y una red intrincada de callejuelas donde es prácticamente imposible no perderse. Para entrar a los monumentos de esta ciudad Patrimonio de la Humanidad (1990) es necesario pagar un ticket de aproximadamente 6-7 euros por persona. Lo primero que llama la atención al entrar es el majestuoso minarete inacabado Kalta Minor. Es muy recomendable visitar el Kuhna Ark, la residencia de los gobernantes en Khiva, por sus enmarañados patios, sus estancias repletas de azulejos, sus columnas de madera talladas y por supuesto todo ello sin dejar de alzar la vista y prestar atención a los coloridos techos. La zona más alta de este edificio, a la que se accede por una escalera estrecha y en pendiente, ofrece unas vistas espectaculares de toda la ciudad que no te puedes perder.

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Palacio Tash Kauli, Khiva

Otros edificios como la Madrasa Mohammed Rakhim Khan, típica escuela religiosa árabe; la Mezquita de los viernes o Juma, fundada en el siglo X que conserva en una sala de 216 columnas algunas de las originales; el Palacio Tash Kauli, que se divide en tres partes y tiene dos entradas, posee un entramado de patios conectados por oscuros pasillos que se entrelazan formando un laberinto; el complejo Islan Khoja, el cual alberga el inmeso minarete de 45 metros de altura con rayas horizontales de azulejos color turquesa, símbolo de Khiva, y el Mausoleo Pahlavan Mahmud donde se encuentran las tumbas más ornamentadas que verás en la vida.

La guinda de Khiva consiste en subir a la muralla, por cualquiera de las cuatro puertas, y ver cómo la puesta de sol tiñe de naranja toda la ciudad. Las cúpulas y minaretes abandonan su característico color turquesa y se disfrazan de atardecer, sin duda un punto y final perfecto para despedir a esta ciudad.

Información práctica

Tashkent es la capital de Uzbekistán y además la ciudad más poblada. En todo el país hay 29.394.200 habitantes.

Uzbekistán se independizó de  la Unión Soviética en 1991 y todavía se pueden ver los vestigios de una sociedad sometida y prácticamente militar.

El idioma oficial es el uzbeko, aunque en muchas ciudades se habla ruso, tayiko o karakalpako, una lengua túrquica.

La moneda es el Som uzbeko y un euro equivale aproximadamente a 3.000 Som, aunque es frecuente regatear el cambio en el mercado negro.

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