Objetivo Myanmar, de pagoda en pagoda y sin prisas

Objetivo Birmania” es el título de una película dirigida por Raoul Walsh el 1945 para mayor gloria del ejército norteamericano y su lucha contra los japoneses. Su protagonista, Errol Flynn, era lanzado en mitad de la selva con un grupo de paracaidistas para silenciar una emisora japonesa. Aunque fue rodada en un parque, la jungla tenía una presencia constante a lo largo de toda la película. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial el país ha sufrido una gran transformación, empezando por el nombre. En la actualidad se conoce como República de la Unión de Myanmar y ofrece a sus visitantes extranjeros una cálida bienvenida. Ahora el "Objetivo Myanmar" es conocer un gran país lleno de fantásticos paisajes y tradiciones, un país que nos llenará de sentimientos y que hay que recorrer sin prisa.

Embarcaciones tiradas por cientos de remeros recorren el lago Inle durante el Festival anual de la Pagoda Phaung Daw Do

Octubre es un buen momento para viajar a Myanmar, y no tan solo porqué finaliza la temporada de monzones, sino porqué podemos disfrutar de una de las fiestas más tradicionales y coloridas del país, el Festival anual de la Pagoda Phaung Daw Do (también conocido como Festival de Remo de Botes del Lago Inle), cuyos actos principales en el 2019 tienen lugar los días 14, 15 y 16 de octubre. Esta pagoda es el lugar religioso más sagrado del sur del estado de Shan. Durante el festival las cinco imágenes doradas de Buda existentes en  la pagoda son colocadas en una gran barcaza decorada que navega alrededor del lago Inle tirada por cientos de remeros a una pierna. Se trata de un gran espectáculo que brinda la oportunidad de ver reunidos a los distintos grupos étnicos del país.

La Pagoda Phaung Daw Do es el lugar religioso más sagrado del sur del estado de Shan

La procesión se detiene en las aldeas que hay a orillas de lago para que sus habitantes homenajeen las veneradas imágenes. A la llegada a los pueblos las imágenes son recibidas con fanfarrias, bailes tradicionales y exhibiciones de artes marciales. El punto culminante es la llegada a la ciudad principal del lago, Nyaung Shwe, donde los peregrinos presentan sus respetos.  Aquí es donde podemos disfrutar de las carreras de embarcaciones alrededor del lago y cuyas tripulaciones representan a sus aldeas. Presenciar estas celebraciones es algo único e inolvidable.

Durante nuestra estancia en el lago Inle podremos conocer el día a día de los pescadores de lago y sus curiosas artes de pesca, los pueblos como el de Ywama, uno de los más atractivos del lago, y los mercados, además de disfrutar del inigualable paisaje.

Myanmar es conocido como el país de las mil y una pagodas. O sea que durante nuestro viaje por el país asiático, además de visitar  la Pagoda Phaung Daw Do nos encontraremos muchas otras  incluida la de Mingun donde descubriremos la que iba a ser la mayor pagoda del sudeste asiático y que ha quedado inacabada como un monumento de ladrillo de 50 metros de altura sobre el río Ayeyarwady. La construcción de la pagoda fue ordenada por el rey Bodawpaya en 1790, pero los trabajos se detuvieron en 1819 cuando el rey falleció. En 1838, además, la pagoda sufrió los efectos de un terremoto.

Pagoda en Myanmar
Myanmar es conocido como el país de las mil y una pagodas

En Yangón (antes Rangún), antigua capital y ciudad más poblada del país no podemos dejar de visitar la inolvidable Pagoda Shwedagon, con su famosa estupa dorada (monumento funerario de peregrinación), que es el corazón del budismo en Myanmar. Se cree que tiene unos 2.500 años, y está rodeada por 68 capillitas en cada una de las cuales cada persona interactua a su conveniencia. Hay quien reza, hay quien medita…  Son docenas de edificios y estatuas con complicadas decoraciones. La Pagoda Shwedagon es como una ciudad dentro de la ciudad. La puesta de sol es un momento ideal para disfrutar de la pagoda.

Podemos descubrir Yangón a bordo del tren de línea circular que va desde la estación de tren principal de Yangón a las zonas circundantes fuera de los límites de la ciudad. Tampoco podemos perdernos mercados como el Bogyoke Aung San (cerrado los lunes y festivos) donde encontraremos una gran variedad y cantidad de artesanía.

La otra gran ciudad del país es Mandalay. Se trata de una ciudad religiosa con un palacio real que tiene 12 puertas, una por cada signo del Zodiaco. En Myanmar el Zodiaco está presente en todas las personas desde su nacimiento. Todos sus habitantes tienen su carta astral que les marca su vida entera. No es extraño pues encontrarnos los signos zodiacales por todas partes. En Mandalay no podemos dejar de visitar el monasterio de Shwenandaw, un antiguo edificio de madera con ricos relieves, que una vez fue el hogar del Rey Mindon. Aquí también conoceremos el “mayor libro del mundo”, como se conoce a las escrituras budistas grabadas en el mármol de la Pagoda de Kuthodaw y en la Pagoda de Kyauktawgyi veremos una gran imagen de Buda esculpida de un solo bloque de mármol.

En Mandalay no podemos dejar de visitar el monasterio de Shwenandaw, un antiguo edificio de madera con ricos relieves

No podemos dejar de ir a Bagan, una espectacular llanura con miles de templos de más de 800 años de antigüedad. Muchos de los templos de Myanmar están construidos en madera de teca igual como las pequeñas estatuas de Buda y que son una auténtica maravilla.

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La tierra, de un ligero tono rojizo, estaba mojada y en algunos tramos nuestros pies chapoteaban sobre el barro. El camino serpenteaba entre infinidad de arrozales de un intenso color verde y pequeños pueblos rurales se asomaban tímidamente. Los niños, con la cara untada de thanaka para protegerse del sol, sonreían divertidos y saludaban agitando la mano enérgicamente mientras gritaban mingguhlaba, que significa hola en birmano. Nuestro viaje a Myanmar se presentaba lleno de sorpresas y maravillosa aventuras.

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Texto: Irene García (Una vida de aventuras)
Imágenes: Natalia Díaz y Paso Noroeste

 

Myanmar-Birmania
Una mujer birmana nos sonríe durante el trekking de kalaw a Inle

La gente se asomaba a las ventanas y se acodaba tras las vallas para observar con curiosidad nuestra llegada. Myanmar, también conocido como la antigua Birmania, nos acogía calurosamente y nos brindaba desinteresadamente todo lo que tenía. Aquella noche dormimos en las casas de la tribu Danu, no tenían electricidad ni agua corriente y la ducha consistía en un barreño de agua de lluvia con cubos al aire libre.

No lo dudamos y empezamos a "despelotarnos" para disfrutar de una ducha, tras una larga jornada de trekking, bajo la preocupada mirada de nuestra coordinadora, que sabía lo recatados que eran los lugareños y temía un conflicto político, aunque terminamos aficionándonos a estos baños comunitarios en pleno contacto con la naturaleza.

La familia que nos acogía nos preparó, bajo la luz de las velas, una cena buenísima con los productos que ellos mismos cultivaban. Los platos danzaron de un lado al otro de la mesa baja, casi a ras del suelo, mientras desprendían unos aromas a especias deliciosos. Los vapores inundaban la habitación y los anfitriones sonreían al vernos comer. Probamos el laphet thoke o ensalada de hojas de té, el arroz y fideos estilo Shan y el buthi kyawhtamin, calabaza rebosada y frita. Pasamos largas horas charlando con los locales que se amontonaban en la puerta, algunos en inglés y otros por gestos, incluso nos leyeron la mano con unas cartas de tarot. El señor San, un simpático guía local que habíamos contratado, nos contó divertido las batallitas de cuando estudiaba en la universidad de Mandalay y escondía chuletas en los bolígrafos. Esa noche dormimos todos juntos en el suelo de la única habitación de la casa, que estaba complemente cubierto por alfombras tejidas a mano. La casa, suspendida en el aire por cuatro pilares de madera, contaba con techo de zinc y paredes trenzadas con bambú, como la mayoría de las casas del país.

Mercado Kalaw Myanmar-Birmania
Mercado de Kalaw, Myanmar

El país de las sonrisas
Cuando los primeros rayos dorados del sol se cuelan entre las callejuelas de la ciudad y los puestos de los mercados locales se encuentran abarrotados de frutas y verduras, Myanmar despierta. Algunos mercados, como el de Hmaw Be, abren a las 4 de la mañana y empiezan a recoger a las 8, sin embargo, un simple paseo a través de estos hervideros sociales te transporta directamente al corazón de la ciudad y te acerca a la vida cotidiana de sus gentes. Un baile de color, sabor y aromas inunda el ambiente. Los colores son más intensos y brillantes que de costumbre y las frutas parecen más apetitosas. Las mujeres, sonrientes como siempre, visten telas rojas, verdes, violetas y naranjas y cubren su cabeza con turbantes de igual colorido. Se sientan en el suelo, casi en cuclillas, y orgullosas te ofrecen todo tipo de alimentos.

A esa misma hora, los pescadores de la etnia Intha salen con sus barcas en busca de alguna presa en el lago Inle. Esta etnia tiene una forma muy peculiar de remar. Enroscan una pierna al remo y mantienen el equilibrio con el otro pie situado en el extremo de la barca mientras lanzan y recogen las redes. Unas 200 aldeas rodean el lago y trabajan con la seda, el lino y la flor de loto para confeccionar hermosas prendas, muchas de ellas destinadas a cubrir las numerosas imágenes de buda. La artesanía es fundamental en Myanmar, la gran calidad de sus materias primas y el minucioso trabajo de los artesanos convierten al país en un paraíso para los amantes de la artesanía, muy variada y barata hasta límites insospechados. Creo que nos llevamos de todo: tazas lacadas, telas, joyas, metales labrados...

Pescador de la etnia Intha rema con un pie en el lago Inle

Aunque curioso sí que es el modo en que llaman la atención de los camareros. En un bar o restaurante, dos besos al aire sirven para, por ejemplo, pedir la cuenta. Estábamos sentados en un pequeño local, hacía un día caluroso y la humedad nos pegaba la ropa al cuerpo. De pronto, oímos como los chicos de la mesa de al lado lanzaban besos volados al camarero. Pensamos que eran amigos y se mostraban así su afecto, pero al comprobar que el resto de personas hacía lo mismo decidimos probar. Lanzamos dos besos al camarero más cercano y enseguida se acercó sonriente. Cuando trajo la cuenta me agarró el codo derecho con su mano izquierda. Resulta que siempre que entregan algo lo hacen de esta forma en señal de respeto.

La mayoría de hombres y mujeres de Myanmar trabajan de sol a sol, aunque, tras las largas jornadas de trabajo, los hombres se reúnen en las tea houses y juegan, sentados en su perpetua posición en cuclillas, a los dados -que en ocasiones cambian por caracoles-, a las damas, a las cartas o al jilown, más tradicional entre los jóvenes. Este juego consiste en pasarse, utilizando las piernas y con un solo toque, una pelota hueca de caña o goma. Forman un círculo de varios hombres descalzos y con el longy de cuadros remangado entre las piernas, improvisan un juego que se alarga durante horas.

Tras jugar unas partidas de jilown con los locales, que lloraban de la risa al ver nuestros esfuerzos, el sol empezó a descender lento y confiado. Aquel día brillante y ligeramente anaranjado comenzaba a apagarse y bañaba de sombras una ciudad que no renunciaba a la vida nocturna. Empezaron a surgir puestos callejeros, la gente se refrescaba en la puerta de sus casas y los niños correteaban descalzos sintiendo la tierra seca y polvorienta bajo sus pies. Los jugadores de jilown regresaban a sus casas y de las improvisadas cocinas, pues no eran más que calderos sobre maderos ardiendo, emanaba un olor intenso y reconfortante, como un guiso de la abuela pero con curry, arroz, verduras y pescado. Aún huelo esos aromas en sueños.

templos bagan Myanmar
Atardecer en los más de 2000 templos de Bagan

Viajar atrás en el tiempo
La bici serpenteaba entre los más de dos mil templos que se conservan del primer imperio birmano. Ya estaba amaneciendo y la niebla se disipaba en aquel paisaje infinito. Mil y una historias de reyes, batallas, emboscadas y leyendas milenarias poblaban los interminables caminos de Bagan. Las enormes siluetas de los templos, muchos en ruinas, se sucedían sin ninguna vergüenza y se alzaban majestuosos hacia el cielo. Cuatro accesos en cada lateral, comunes en todos los templos, conducían al interior donde descansaba una figura de buda. En algunos casos inmensa, dorada e intimidante y en otros, de piedra pintada a mano, sencilla y meditabunda.

Parecía un lugar detenido en el tiempo. Apenas nos cruzamos con gente y solo se oía el chirrido de la bici oxidada avanzando impasible entre los polvorientos caminos de la historia de la antigua Birmania. La calma lo inundaba todo, los pájaros piaban a los lejos y la serenidad se apoderó de nosotros. Quedamos como adormilados por la paz de Bagan, que también nos acompañó en los templos budistas de Yangon y Mandalay.

Viajamos en tren -arriesgándonos a cruzar el viaducto de Gokteik-, en autobús, en taxi compartido, en tuk tuk, en barco, también en bici e incluso hicimos autoestop. Nos mezclamos con la gente y nos fundimos con la naturaleza, respiramos la paz de los templos de Bagan y surcamos las aguas del lago Inle. Al final nos sentimos como verdaderos viajeros, no como turistas. La incertidumbre y la aventura nos acompañó en todo momento y las fuerzas y las ganas de conocer el país no nos abandonaron nunca. Empezamos como unos completos desconocidos y terminamos siendo grandes amigos que hoy comparten experiencias únicas, incluso surgió el amor. La flexibilidad del viaje nos permitió disfrutar con mayor intensidad de un itinerario planificado sobre la marcha donde todos colaboramos, porque, al fin y al cabo, no fue un viaje, fue una aventura inolvidable.

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Reportaje realizado a través de conversaciones con Natalia Díaz, coordinadora de la agencia Paso Noroeste y la viajera Zuriñe Bilbao.

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Barca en el lago Ingle, Myanmar

myanmar Myanmar. Myanmar, oficialmente República de la Unión de Myanmar, es un país del sudeste asiático. Desde 2005 su capital es Naipyidó, que sustiuyó a Yangón (anteriormente conocida como Rangún).

Tradicionalmente llamada la Tierra del Oro, Myanmar es uno de los países más exóticos del mundo y un paraíso por descubrir, un destino para explorar y para experimentar los encantos místicos de Oriente en toda su diversidad. En Myanmar hay ricos yacimientos arqueológicos, pagodas brillantes, una gran cantidad de culturas, coloridos festivales y mucho arte. Además a lo largo de todo el país hay una gama impresionante de lugares de interés natural, idílicos paisajes, fértiles llanuras, grandes selvas vírgenes, majestuosas montañas nevadas, playas bañadas por aguas cristalinas, un pintoresco pinar y girasoles. Pero, sobre todo, Myanmar es un país cyos habitantes destacan por su cortesía y gran hospitalidad.

En la página de turismo oficial hay mucha información sobre Myanmar. Los principales lugares que hay que visitar, festivales, informaciones prácticas. Es pues una página muy interesante para quien desee informarse o prepara un viaje a la Tierra del Oro.

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Comentario realizado el 9 de enero del 2016