JordaniaJordania. Aunque Petra es una de las atracciones más impresionantes de Oriente Próximo y probablemente la que más visitantes atrae, Jordania guarda muchos más atractivos para el turista. En la página oficial de turismo de este país las podemos consultar. En esta web encontramos amplia información ya sea de las antiguas estepas de Wadi Rum o del bullicioso centro de Amán, la capital del reino, o de las majestuosas ruinas de antiguas civilizaciones o del Mar Muerto. Jordania es un destino con muchos lugares de interés, imponentes y misteriosos, alojamientos de alto nivel, exquisita gastronomía e muchas actividades. Hay muchas agencias de viajes para viajar a Jordania y, en Webviajes puedes consultar una selección de las mismas.

En la web de turismo de Jordania hallamos información general y práctica o el amplio abanico de lugares que hay que visitar. También podemos consultar qué actividades podemos realizar durante nuestro viaje, ya sean actividades de aventura o de ocio, culturales, visitas arqueológicas, relacionadas con la salud y el bienestar o con la religión. En la sección "Inspiración" encontramos numerosas ideas originales como la guía que recoge 99 cosas a hacer en Amán, o la dirigida a familias que desean viajar al país. Nos gustaría destacar que en nuestra última visita comprobamos que la página necesita urgentemente un cambio en su diseño ya que se nota que hace años que no se actualiza.

Comentario realizado el 16 de enero del 2019

Rusia Rusia. La Agencia federal de turismo del Ministerio de Desarrollo Económico de la Federación de Rusia tiene una web dirigida a los turistas españoles. Esta web, en castellano, es muy completa y dispone de una amplia información sobre este gran país que está a caballo de Europa y Asia. La página, muy visual, tiene tres grandes apartados: Artículos, Guía de viajes y Eventos.

En los artículos encontramos temas muy diversos que, en general, responden a preguntas de turistas curiosos. Desde dónde hacerse el selfie más curioso a dónde participar en un torneo de caballeros o cuáles son los festivales de música más interesantes del verano. En la Guía de viajes encontramos los lugares más interesantes que hay que visitar de este gran país que es Rusia y las mejores rutas. En Rusia hay rutas interesantes tanto en invierno como en verano. La enorme diversidad de territorios, climas, flora y fauna, así como los paisajes increíbles pueden recorrerse mediante una gran cantidad de rutas turísticas, suficientes para recorrerlas durante toda la vida, e incluso más.

Rusia
Rusia tiene una variedad enorme de paisajes.

En el apartado Eventos podemos consultar una agenda qe incluye las más importantes actividades culturales del país. Tratándose de una país tan enorme com Rusia es lógico encontrar un gran número de éstas. Finalmente, señalar que la web de turismo de Rusia es muy visual y didáctica, con abundantes fotografías, y que finaliza con un enlace para descargar un documento con "Instrucciones para turistas".

 Reservar alojamiento en Rusia 

Comentario realizado el 16 de enero del 2019

Argelia. Argelia Argelia es un país muy grande y diverso. Un país con largas playas y amplias extensiones desérticas. Un país con ciudades llenas de cultura y con altas montañas. Las web oficial del turismo argelino ofrece una abundante información sobre todas las posibilidades turísticas de este país norteafricano. En la web descubrimos las ciudades turísticas junto al Mediterráneo, los oasis más destacados, los parques naturales o los numerosos vestigios de antiguas civilizaciones.

La web, que está en francés, incluye también una agenda con las principales festividades locales, una guía práctica con alojamientos, transportes, museos, estaciones termales o agencias de viajes. Una web de visita obligada antes de viajar a este país.

Comentario realizado el 8 de enero del 2019

Siempre que pensamos en una escapada a Portugal parece que tengamos que elegir Lisboa, y ¡no! Hay muchas otras ciudades por descubrir en este país. Una de ellas es Oporto, la segunda ciudad más grande después de la capital.

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El puente Dom Luiz I de noche, iluminado

Oporto se caracteriza por ser un lugar muy auténtico. ¿Por qué decimos eso? Porque tiene un encanto especial que la convierte en uno de los secretos mejor guardados de toda Europa. No es una ciudad masificada de turistas, por lo que se puede caminar por sus calles sintiéndose uno más entre sus habitantes.

Un fin de semana en Oporto, permite descubrir todos sus rincones. Cualquier época del año es buena para ir. Aquí hay una mini guía de la ciudad, para irla conociendo un poco mejor.

Qué ver

Cuando viajamos a algún lugar es imposible verlo todo. Queremos abarcar más de lo que podemos y hay que ser conscientes de ello. Por eso hay que tener en cuenta siempre un listado de sitios por orden de preferencia y ver todos los que sea posible. Para facilitar esta tarea proponemos cuatro lugares de Oporto que deben estar en la lista de imprescindibles.

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Vista elevada de la ciudad de Oporto, con la torre de la Catedral

- La plaza de la Sé (Catedral). Es uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad. En esta plaza se encuentra la Sé de Oporto, es decir, la Catedral. Es uno de los monumentos más importantes y a la vez es Monumento Nacional y hasta la sede episcopal de Portugal. Para disfrutar de este monumento sólo hay de acercarte al centro histórico de la ciudad, conocido como Barrio de la Sé.
- La avenida de los Aliados con la plaza Libertade, o lo que los habitantes de Oporto consideran la plaza central de la ciudad. Es la plaza donde se encuentra el Conselho (el ayuntamiento) y el punto de partida para cualquier ruta.
- La famosa librería Lello. Es conocida en todo el mundo porque fue escogida como la tercera librería más bella en 2008 por el periódico The Guardian. Además es la librería que inspiró a J.K. Rowling para recrear en las películas de Harry Potter. Hay que puntualizar que entrar en la librería tiene un precio de 3 euros, pero se descuentan al comprar un libro.
- El puente Dom Luiz I, el más famoso de Oporto. Hay que atravesarlo sin dudar. El nivel más bajo se puede hacer a pie o en coche, mientras que la parte más alta se puede cruzar también como peatón o sino con el metro de la línea D.

Dónde dormir

Quien se haya decidido por escaparse de vacaciones a esta bonita ciudad portuguesa y no sabe dónde alojarse, no hay que preocuparse. Aunque no sea una ciudad muy turística, cuenta con una amplia oferta de alojamientos: desde apartamentos de vacaciones y casas turísticas hasta hoteles de todas las categorías. Un buen consejo es elegir con alguno de los apartamentos en el centro de Oporto o por los alrededores y así estar cerca de todo. Los apartamentos de vacaciones son perfectos para compartir con la familia, los amigos o la pareja y además permiten vivir experiencias locales que un hotel difícilmente proporciona.

Dónde comer en Oporto

Antes de recomendar los platos más típicos y los mejores restaurantes, hay que saber lo siguiente:
- En Oporto, si sales a comer o cenar es difícil quedarse con hambre. Las raciones son bastante generosas, por lo que siempre es mejor pedir menos, que para pedir más siempre se está a tiempo.
- Cuidado con los aperitivos. Al llegar al restaurante ponen pan, aceitunas, patés… nada de esto es gentileza de la casa. Si uno se lo come, tendrá que pagarlo.

La gastronomía de Oporto es muy variada, por lo que permite descubrir una gran cantidad de sabores diferentes. Aunque hay que reconocer que, como en el resto del país, el plato estrella es el bacalao, en cualquiera de sus formas de preparación. Uno de los restaurantes más destacados para disfrutar de este pescado es Bacalhoeiro. ¡Su nombre ya habla por sí solo! Además su precio ronda unos 10-20 euros. Asequible para todos los bolsillos.

En Oporto tienen mucha fama las “francesinhas” que son como unos sandwiches de jamón y queso, pero con más ingredientes como salchicha entera, filete de ternera o huevo, entre otros. El mejor sitio de la ciudad es el Café Majestic.

Y para quienes son más de dulce, la repostería de Oporto es de una calidad muy alta. El postre por excelencia son las “natas”, unos pastelillos rellenos de crema (el nombre engaña) muy parecidos a los dulces típicos de Lisboa. Se pueden encontrar en todas las pastelerías de la ciudad.

Vietnam
Las fiestas y tradiciones en Vietnam destacan por su gran colorido.

Vietnam Vietnam. Página oficial del turismo vietnamita. La página contiene toda la información necesaria para viajar a este país del sudeste asiático. Incluye una completa agenda de fiestas y actividades, una relación de los mejores lugares para visitar, rutas destacadas y noticias del país. También incluye información sobre su patrimonio cultural y arquitectónico, alojamientos, restaurantes, compras o compañías de turismo.

Comentario realizado el 15 de noviembre del 2018

Tras doce horas de vuelo llegamos, por fin, a Bangkok, capital de Tailandia, el País de las Sonrisas. Al abrirse las puertas del aeropuerto de Bangkok para acceder al párking, la humedad golpea nuestros rostros y nos obliga a plantearnos muy seriamente por qué le llaman el país de las sonrisas. Pronto lo comprobaremos.

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Texto y fotos: Clara Esparza

Sólo entrar en Bangkok, la ciudad entera parece sonreírnos, regalándonos su primera luz del día. Su amanecer de un día de febrero a las 6 de la mañana. Tailandia se despierta para empezar un nuevo día, y asimismo también su hermoso caos se desvela.

Nos sorprende el tráfico, los altos edificios, la ausencia de normas en las carreteras. Los taxis de colores fucsia, verde y amarillo. Familias enteras en vehículos de dos y cinco plazas. Un motorista con tres enormes cajas atadas a la parte trasera de su moto. Así es el tráfico en la gran capital tailandesa, donde el turismo es tan solo uno más de los negocios.

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Las motos en Bangkok sirven para transportar cualquier cosa y de cualquier modo

Los cables eléctricos que cuelgan de sus calles se encuentran sin protección de ningún tipo y sorprende pensar en cómo estos pueden aguantar las duras épocas de monzones. Miles de pequeños negocios -que en muchos casos se basan solamente en una pequeña mesa custodiada por un hombre o una mujer que se dedican a freír carne, pollo o a vender fruta- llenan las calles de Bangkok de distintos colores, sabores y, sobretodo, olores.

Olores que nos sorprenden y nos someten a una especie de terapia de choque olfativa. Y no podemos evitar pensar que, por fin, se nos hemos librado de las cadenas de Occidente para introducirnos en un mundo que transmite una esencia totalmente distinta.

“En Bangkok no existe el paro”, nos explica Dao, nuestra guía. Y es que, gracias a la ausencia de normas que regulen el comercio y el mercado, en Tailandia cualquier familia puede ganarse la vida con cualquier cosa que esté a su alcance. En este país existe de todo, menos las excusas.

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Un templo budista en el centro de Bangkok

Tailandia y el budismo
La religión budista tiene una gran presencia en Tailandia. Cada menos de 100 metros un pequeño altar recuerda a los transeúntes que deben pararse y saludar, haciendo el gesto de juntar las manos e inclinar la cabeza. La mayoría de casas, y también hoteles, disponen de un pequeño altar y una casa de los espíritus, también llamada San Phra Phum, la cual se encarga de proteger y honorar los antiguos habitantes así como a los fallecidos de las familias.
Los tan admirados monjes, personas dedicadas enteramente al budismo, se distinguen fácilmente entre el resto de la población, gracias a su túnica marrón o naranja y su cabeza totalmente rapada. Son personas que dedican prácticamente su entera vida a esta religión, en la mayoría de casos internándose en templos alejados de la ciudad desde muy jovencitos.
Los monjes entrenan diariamente para conseguir la paz interior. Lo hacen a través del método de la meditación, al que dedican un mínimo de una hora al día. Van a la escuela, y estudian asignaturas como matemáticas, derecho, religión, economía y filosofía.

Más allá de lo que nos cuentan
Alguien dijo una vez que las buenas noticias no son noticia, y esto es tan clave como cierto para entender Tailandia.
Pocos hablan acerca de aquellos valores de los tailandeses tan ínfimamente relacionados con su religión. Que su religión se fundamenta en la superación de uno mismo, y que cuando nosotros les preguntamos cuál es para ellos el personaje equivalente a nuestro “demonio” ellos ni siquiera entienden nuestra pregunta. Porque, no, en el budismo nunca existe la figura de “el malo”, solamente siguen el ejemplo de Buda, quién les sirve como guía en la búsqueda de la verdadera paz interior. Del bienestar absoluto. Del Nirvana.

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Uno de los miles de puestos en lo que se vende cualquier cosa

Nadie explica en los medios que sus calles están llenas de color y que en sus mercados se respira vida. Que el imparable día a día en la capital convierte a este país en uno de los más curiosos de visitar. Que si de repente estás paseando por sus calles y comienza a llover, lo mejor que puedes hacer es reírte y correr, mientras observas como los tailandeses cubren sus stands de comida con plásticos que siempre tienen preparados.

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Un gato descansa tranquilamente en un puesto de frutas

Tailandia y humildad deberían ser sinónimas. Espiritualidad, amor, paz. Ver a los tailandeses viajar en moto con el viento golpeándoles el rostro con la despreocupación de quién, simplemente, es feliz, no tiene precio.
Saber que a pesar de no ser un país democrático y que nosotros podríamos hacer mucho por ellos, también podríamos aprender de su sistema. Cosas como su admiración al Rey, quién no representa simplemente la figura del poder, sino que también se implica de lleno en cuestiones sociales.

Para todo aquel que quiera visitar Tailandia, es imperativo saber (y tener muy claro) que no todo se basa en prostitución (una de las lacras del país), en subir a un elefante, ni en una visita obligada a sus paradisíacas playas. Uno puede aprender mucho de Tailandia, y también de la vida, simplemente paseando por Bangkok. Deleitándose con su todavía ajetreada vida nocturna, y es que Tailandia parece no dormir nunca.

Con su cantidad de luces, entre las que predomina el rojo de sus bares y pubs. Con sus mercados que no cierran hasta altas horas de la noche y en los que trabajan familias enteras, incluidos niños. Su caos. Su tremendo y hermoso caos. También de noche.

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La Catedral del Palma, desde el Parque del Mar (Foto de Anthony Mark Borrell)

La Fundación Turismo Palma 365 ha presentado en Palma la segunda edición del concurso de fotografía Palma 365. La imágenes que se presenten a concurso han tenido que ser realizadas  en Palma y encajar dentro de alguna de las cuatro categorías: “Palma cosmopolita”, imágenes que retraten el lado más urbano de la ciudad; “Palma familiar y accesible”, fotografías que muestren otras maneras de vivir Palma y que la ciudad es para todos; “Playa de Palma”, para aquellas que reflejen la nueva imagen de esta zona turística; y, “¿Esto es Palma?”, para la instantáneas que transmitan el día a día de la ciudad. Cada una de las categorías está dotada con un primer premio de 1.000 euros y tres premios más de 300 euros cada uno. Además, se establece un premio especial denominado Palma365, cuyo ganador se seleccionará entre los vencedores de las diferentes categorías del concurso, que consiste en material fotográfico por un valor máximo de dos mil euros (2.000 €).

Participar es muy sencillo: el primer paso es acceder a www.palma365.es, rellenar el formulario de admisión que aparece y seguir las instrucciones de envío. Cada concursante puede participar con un máximo de 6 fotografías por categoría. Las fotografías ganadoras podrán verse en una exposición que tendrá lugar del 17 de enero al 20 de febrero de 2019 en el patio del Casal Solleric, de Palma.

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Niño de la tribu Mursi, en Etiopía (foto: Ignasi Rovira)

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Más información sobre este viaje a Etiopía organizado por Tuareg Viatges

El aire azota suavemente mi cara a medida que avanza el 4x4. Estoy en Etiopía, en medio de la sabana africana, rodeada de especies que jamás pensé que vería frente a frente, esto es un regalo. El camino, a menudo solitario, me brinda paisajes fascinantes pero este momento es el más especial. El todoterreno, que avanza impasible, levanta un polvo tostado, casi rojizo, que se suspende lentamente mientras los últimos rayos de sol del atardecer se cuelan entre los diminutos granos. Es cierto que los atardeceres de África son de los más bellos del mundo, el sol, en su último suspiro, colorea la inmensidad de la sabana y la dota de una nueva identidad. Todo se vuelve naranja y solo se distinguen a lo lejos las siluetas de las enormes acacias y de algún ave que sobrevuela el paisaje que se nos abre en nuestro viaje a Etiopía.

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Texto: Irene Garcia
(Una vida de aventuras)

El mismo ambiente polvoriento emborrona las zonas semidesérticas donde se hallan los poblados de las diferentes etnias etíopes. Hamer, Mursi o Benna son algunas de ellas, y aunque comparten muchas tradiciones son completamente diferentes, e incluso rivales.

En la lejanía se distinguen unas siluetas altas y delgadas, pero a medida que me adentro en la inmensidad más profunda de la sabana, vislumbro un poblado vallado con ramas y troncos y unas humildes chozas de paja con un corral al costado. En aquella parcela en medio de la nada todo permanece puro e incólume. De pronto, las alargadas siluetas se acercan curiosas con una sonrisa de oreja a oreja y comienzan los primeros intercambios de palabras. Al mismo tiempo varias aves multicolores sobrevuelan la aldea mientras cantan una repetitiva melodía. Una algarabía de silbidos que resuenan hasta en el lugar más recóndito del poblado.

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Mujer mursi (foto: Ignasi Rovira)

Mis ojos, asombrados, van de un lado para otro buscando elementos distintivos de aquellos grupos étnicos. Las mujeres hamer adornan su pelo con barro y grasa animal, lo cual les proporciona un color ocre característico, mientras que los hombres marcan sus cuerpos con escarificaciones. Las mujeres mursi alargan su labio inferior de una forma sobrehumana y colocan en el espacio que queda, un platillo de barro para identificar su posición social, cuanto más grande es el plato, más influyente es la mujer. Los benna cuidan con mucha dedicación su peinado y recubren su cabeza con una especie de gorro de barro, llama mucho la atención verlos siempre con un taburete cerca, y es que lo llevan por si tienen que echar la siesta para no destrozar su look; aunque una de las características más impactantes de esta etnia, que comparte con la Hamer, es su tradicional “Salto del Toro”.

Todos los miembros de la tribu saltan de alegría y hacen sonar unos enormes cascabeles que cuelgan de sus ropajes. Las faldas de las mujeres, de piel de vaca, lucen colores vivos que muestran orgullosas mientras adornan sus cuerpos con pulseras, collares y pintura corporal. El ruido de los cascabeles y trompetillas no cesa ni un segundo, es un día de celebración y alegría. Los hombres agarran a los toros por los cuernos y rabos, no sin esfuerzo, para hacer una hilera que pocos segundos después saltan los jóvenes de la tribu. ¡Vaya! Aquello es como una olimpiada africana, de un solo salto y sin apenas utilizar las manos atraviesan la fila de ganado y con ello entran en la edad adulta, un salto social que les permite contraer matrimonio y formar una familia.

Entre tanto revuelo, los más pequeños del poblado se desternillan de risa al verse reflejados en el visor de la cámara; sus caras son una mezcla de alegría y desconcierto. Al cabo de un rato se marchan y vuelven con más amigos para seguir con las risas.

Carnaval de sabores

Si por algo se conoce un país es por sus mercados, y en Etiopía hay cientos de ellos. El bullicio y el colorido son el factor común, mientras que sus visitantes y productos son tan variopintos como etnias se juntan alrededor de esos focos económicos y culturales. Nada más poner un pie en el mercado, un intenso aroma a especias y a ganado llama mi atención. A pesar del calor, avanzo sin rumbo fijo de puesto en puesto y me cruzo con mujeres que cargan sacos de cereales en la cabeza con cuidado de no pisar las verduras expuestas en el suelo. Los colores envuelven el lugar dotándolo de un aspecto mágico y brillante y los olores cada vez son más intensos. El olor a jengibre, cilantro y chili impregna el ambiente, ¿de dónde proviene ese aroma?, olfateo el apetecible rastro hasta dar con un pequeño puesto de comida. Un hombre alto y vestido con vaqueros pide al chico del otro lado del mostrador algún plato etíope que soy incapaz de descifrar; entonces el hombre del mostrador me mira esperando una comanda, así que utilizo el idioma internacional y señalo al chico de los vaqueros: “quiero lo mismo que él”. Al cabo de un par de minutos estoy degustando injera, un pan muy fino, de sabor agrio pero especiado y realizado con harina de teff. Este pan se utiliza como plato donde se ponen los alimentos y se come pellizcando trozos, a modo de cuchara. Encima se acompaña con doro wat (pollo en salsa), messer wat (lentejas), sega wat (cordero), shiro wat (puré de garbanzos), verduras, ensaladas, queso, etc.

Los sabores de la comida etíope son como una explosión en la boca, las salsas y aromas te trasportan hasta el mismo corazón de África, y si cierras los ojos te puedes imaginar rodeado de cascadas color chocolate y el sonido envolvente de los macacos y aves de la selva.

Pero Etiopía no solo son sus gentes y gastronomía, también forman parte de ella un conjunto de rutas históricas donde resuenan los ecos de grandes imperios y reyes, que fascinaron en su visita a autores como Kapuscinsky o Javier Reverte.

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Uno de los espectaculares templos excavados que hallaremos en Etiopía (foto Ignasi Rovira)

Desde la magia medieval de Gondar, donde las almenas, arcos y torres se erigen majestuosamente entre el verdor que consume el lugar, hasta Lalibela, el mítico pueblo perdido en las montañas que permaneció en secreto durante décadas y que posee unos monolíticos templos cincelados en la piedra por debajo del nivel del terreno.

Jugando al escondite con las montañas

La angosta grieta rocosa zigzaguea entre una docena de iglesias en el subsuelo. El color rojizo se apodera de aquella imagen y al alzar la vista, una enorme construcción se levanta ante mis ojos, “esto es Lalibela”- dice Ignasi, el guía. Él lleva 15 años recorriendo Etiopía con grupos de turistas y jamás se ha cansado de visitar aquellas iglesias trogloditas que aparecen como surgidas de las entrañas de la tierra.

Entre estrechos barrancos y escarpadas y frondosas colinas, asomándose a escondidas para bañarse con la luz del día, la intrincada red de túneles subterráneos, que conectan una docena de iglesias, se abre paso hasta las enormes piezas talladas a mano con herramientas rudimentarias y de un solo bloque.

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Sacerdote en Lalibela (foto: Ignasi Rovira)

Al fin contemplo las iglesias de las que tanto había leído. Un halo de misterio me acompaña en todo momento, y de vez en cuando me cruzo con algunos sacerdotes vestidos de un blanco impoluto con turbante y bastón. La escena es insuperable cuando se asoman a los ventanucos, a bastantes metros del suelo, meditabundos y mirando al horizonte. Sin duda alguna, Lalibela es un lugar fotogénico, encantador y sobre todo mágico. Aquello que se suele decir de “la fe mueve montañas” en este caso, no solo es la pura verdad, sino que es una experiencia que se debe vivir al menos una vez en la vida.

Los reyes de Etiopía

Normalmente, cuando viajas a África tienes la idea de que no verás ningún animal de cerca aunque hagas un safari, ya que nadie puede garantizar que el león o el rinoceronte de turno estén allí esperando tu llegada. La fauna en Etiopía es extremadamente diversa. Mi sorpresa es bárbara cuando los animales, que en un principio me había hecho a la idea de ver en postales, se pasean tranquilamente delante del objetivo de la cámara.

Los lagos del país aúnan un sinfín de especies, desde hipopótamos descomunales, que asoman la cabeza tímidamente y mueven las orejas de atrás hacia delante, hasta cocodrilos que se pasean frente a las barcas de los pescadores, agazapados y siempre alerta. En tierra llaman la atención las hermosas cebras, con unas rayas que brillan a la luz del sol como si estuvieran recién pintadas, los antílopes y gacelas, de prominentes cuernos y asilvestrados saltos, los flamencos, que como una nube rosa se posan junto al lago y permanecen largas horas en perfecto equilibrio, y la infinidad de aves, que lucen plumajes espectaculares.

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Gacela salvaje (foto: Ignasi Rovira)

La verdadera belleza de la fauna etíope reside en el entorno que la rodea y el ambiente que se crea cuando todos los sonidos de alrededor susurran su animada, pero relajante melodía. Las cascadas chocan contra las rocas del precipicio con fuerza, y baten sin miedo; los pájaros pían sin cesar, igual que los monos aúllan, colgados de los árboles más cercanos.

A veces solemos quedarnos con los clichés. Tenía la imagen de una Etiopía seca y árida pero nada de lo que estaba viendo se parecía a aquello: praderas verdes, montañas pobladas de árboles y agua por todas partes. Sin duda alguna, mi estancia en Etiopía, desde el Valle del Omo, hasta la antigua Abisinia, fue una montaña rusa de emociones y sensaciones que traté de vivir al límite desde que puse el primer pie, hasta el día que dejé atrás aquella maravillosa aventura. Había recorrido, durante 17 días, un país de contrastes que rompió mis esquemas, de viajes por carretera, paisajes cambiantes y gente cuya hospitalidad no tenía parangón.

Si echo la mirada atrás recuerdo aún la visita a la tribu karo, una anécdota digna para contar a mis nietos, de esas que difícilmente alguien creería. La tribu vecina, los bumi, les habían robado algunas vacas y mujeres. Cuando el grupo de turistas llegó al poblado, los karo estaban en éxtasis, embadurnados con polvos blancos y saltando frenéticamente. Se preparaban para la guerra. Ignorantes de todo aquello, nos imaginábamos un teatrillo donde la tribu representaba su escena principal: “qué turístico”-comentábamos al guía-. Ignasi, que sabía perfectamente que aquello no iba a terminar bien, dijo: “subid al coche que nos vamos pitando”.

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Integrantes de la tribu Karo en el Valle del Omo, Etiopía (foto: Ignasi Rovira)

Las tribus, a pesar de que son muy abiertas, también tienen una vida, enemigos y viven una realidad completamente diferente a la nuestra. No se trata de un decorado de quita y pon que se monta cuando se acercan los turistas. En aquel caso, ¡estaban en medio de una guerra! En Etiopía nunca sabes lo que puede ocurrir.

Sentado en la terraza de algún lugar de Etiopía se oyen, a lo lejos, las carcajadas de unos niños. El sol ya se está poniendo y termina el día. La noche entra en escena sin prisa, oscureciendo aquella maravilla lentamente. Han pasado unas horas y sigo inmóvil, mientras la luna brilla plateada y el añil tiñe todo, incluso a las personas. Me quedo en silencio.

Reportaje realizado a partir de conversaciones con el guía de Tuareg Viatges,  Ignasi Rovira

Canción: "Shashemene Ethiopia", de Aster Aweke

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