Dentro de una ciudad hay muchas ciudades, y por consiguiente muchos modos de conocerla. Uno de ellos es a través de sus mercados. Los mercados ofrecen una visión única de sus costumbres, sus gentes, su habla, su arquitectura y su economía. Pasear por un mercado es hacerlo por la ciudad entera. Hay ciudades con muchos mercados y Barcelona es, sin lugar a dudas, una de ellas. En este reportaje proponemos una ruta por algunos de los más emblemáticos.
Texto: Josep Maria Serra
El Mercat de la Boqueria es el más conocido de Barcelona y también el más visitado por los miles de turistas que llegan a la ciudad. Sus coloridos puestos de frutas son un polo de atracción para todo aquel que pasee por las Ramblas. Sin embargo hay muchos otros mercados que no defraudan a quien los visita. En este reportaje proponemos una ruta a pie para conocer algunos de los más destacados de la ciudad (ver mapa).
Antes hagamos un poco de historia. Los mercados barceloneses hicieron su aparición a finales del siglo XIX, cuando se construyeron edificios para guarecerse y ofrecer una mejor experiencia de compra. Desde entonces los mercados se han convertido en un referente de la vida en los barrios barceloneses. Se puede afirmar sin miedo a equivocarse que los mercados son el alma de la ciudad, una de las pocas ciudades del mundo que puede presumir de una red de 39 mercados municipales distribuidos de tal manera que todos los barrios tienen uno cerca.
Los mercados cubiertos concebidos durante este siglo unen la estructura metálica con el vidrio, proporcionando de esta forma una falsa impresión de transparencia. A causa de su proporción monumental y su disposición interior elevada, estos mercados otorgan una gran solemnidad a los barrios donde se instalan. Para quienes se decidan a seguir la ruta un consejo: No dejar de mirar arriba, todos estos edificios son un espectáculo arquitectónico.
Para quienes se decidan a seguir la ruta un consejo: No dejar de mirar arriba, todos estos edificios son un espectáculo arquitectónico
La ruta que proponemos empieza en el Mercat Galvany, en el barrio de Sant Gervasi, aunque se puede empezar por cualquier otro. Este mercado no es muy grande, pero sí que tiene un gran atractivo. Su construcción se inició en 1868, en unos terrenos cedidos por Josep Castellón i Galvany. Fue inaugurado en 1927. Su estructura es de hierro, con ventanales de vidri0. Presenta un cierre perimetral de obra vista y es uno de los edificios más singulares de la ciudad.
Desde aquí descendemos hasta el Eixample, donde encontramos el recientemente remodelado Mercat del Ninot. Este mercado debe su nombre al Ninot (Muñeco) que está sobre la puerta central de la calle Mallorca y que es un mascarón de proa de un bergantín (el original está en el Museu Marítim de les Drassanes). En su interior encontramos varias barras de degustación que están muy de moda entre los barceloneses.
El camino desciende hasta el Mercat de Sant Antoni que, tras cinco años de remodelación, ha sido reinaugurado recientemente. Es sin duda uno de los mayores y más emblemáticos mercados de la ciudad, y el único que tiene actividad los siete días de la semana, puesto que el domingo celebra un concurrido y muy tradicional mercado de libros, películas, cromos y todo tipo de objetos.
Desde aquí atravesamos el barrio del Raval para llegar a la Boqueria. Antes de llegar podemos realizar un alto en la Biblioteca de Catalunya y disfrutar del edificio gótico que la alberga. Ya en la Boqueria lo mejor es recorrer tranquilamente sus puestos y disfrutar de la gran variedad de productos que están a la venta. También podemos realizar una degustación en alguna de las barras, donde seguro que disfrutamos de una exquisita gastronomía.
La siguiente parada nos conduce al Mercat de Santa Caterina. Por el camino podemos hacer un descanso de mercados en la plaza Sant Felip Neri. Un remanso de paz e historia en pleno barrio Gòtic. El de Santa Caterina fue el primer mercado cubierto de Barcelona, cuyas obras empezaron en el año 1844. Tal como pasó con otros mercados, se construyó sobre el emplazamiento de un antiguo convento o iglesia. Por tradición popular se pasó a denominar los nuevos mercados con el nombre del convento o la iglesia sobre el cual estaba edificado (Santa Caterina, Sant Josep). Sobretodo hay que disfrutar de la cubierta realizada con 325.000 piezas de cerámica que reproducen los colores de los puestos de frutas y verduras. La remodelación de este mercado corrió a cargo del equipo de arquitectos EMBT (Enric Miralles i Benedetta Tagliabue).
No muy lejos tenemos el Born. El Born fue el primer mercado de Barcelona que se inspiró en una concepción modernista, construido con metal y vidrio junto a la antigua plaza medieval a la que debe su nombre. Durante años fue el mercado central de la ciudad hasta que éste, se trasladó a Mercabarna. Tras su reciente rehabilitación se puede visitar en su interior el yacimiento arqueológico de las casas de esta parte del barrio de la Ribera de la Barcelona del 1700 que fueron derruidas para construir una ominosa ciudadela de represión. Actualmente alberga un centro de cultura y memoria.
Para terminar nuestra ruta nos dirigimos otra vez hacia el Eixample, hasta el Mercat de la Concepció, otro edificio de hierro construido a finales del siglo XIX entre las calles Aragó y València. En la manzana de al lado podemos visitar la iglesia de la Concepció, una basílica menor y iglesia parroquial trasladada piedra a piedra hasta su actual emplazamiento a raíz de la apertura de la Via Laietana.
Finalmente finalizamos nuestro recorrido en el popular barrio de Gràcia donde hay dos mercados, el de la Abaceria y el de la Llibertat. Y ya que estamos en Gràcia podemos acabar la jornada paseando por sus calles y disfrutando de su variado y original comercio y restauración. Aquí encontraremos restaurantes de casi cualquier tipo de comida.
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